


"No me da igual que te sea indiferente"
Jennifer Melisa Tomé

Congo, la eterna guerra
Los chicos no duermen
En el corazón de África no hay tiempo para jugar, se crece grande, se trabaja desde joven, los niños no son niños.
Es difícil imaginar que desde los cuatro años comienzan a trabajar durante más de 18 horas diarias para vivir, pero no imposible. En el Congo, son ellos, con su inocencia, los que además de cargar toneladas de bolsas de maíz y cereal, llevan la mochila de una guerra interminable entre tropas del gobierno y grupos armados de la oposición.
Nacieron grandes, no hay recreos. La muerte, el maltrato e incluso el abuso sexual son parte de ese escenario habitual en el que nacieron, porque sí. Porque de ese modo les tocó. Los habitantes de este lugar no tienen derechos. Ninguno, no hay jornada laboral de 8 horas, no existen los fines de semana, el Congo no descansa, ni distingue edades o sexo.
Es uno de los lugares potencialmente más ricos del mundo porque posee en sus tierras diamantes oro, uranio, cobre y coltán. Pero de nada sirve para quienes lo habitan, porque las empresas multinacionales se encargan de llenar sus propios bolsillos a costa del trabajo ajeno.
El Médico especialista en Salud Ocupacional, Leonardo Briceño Ayala, en el informe de “Efectos del Trabajo Infantil en la salud del Menor Trabajador”, explica que “en cuanto al desarrollo y la madurez psicosocial, los niños se encuentran en proceso de evolución de su personalidad y por esto trabajos con peligro de violencia, abuso o adicción los predisponen, aún más que los adultos, a sufrir trastornos psicosociales y además los hace más vulnerables a situaciones laborales con alta exigencia mental y física”.
Sólo tienen tres opciones: seguir trabajando, huir hacia las selvas de Masisi, para pasar hambre, malaria y padecen el cólera o refugiarse en campos como los de Mugunga, junto a la capital provincial, Goma, donde unas 45.000 personas - la mitad de ellos menores de 5 años - mueren por mes a causa de la malnutrición y enfermedades de todo tipo.
No son muy esperanzadoras las salidas que tienen. Pero… ¿Es normal? Este escenario dramático para nosotros, es la vida que conocen. Son esas tres posibilidades, no hay nada más que eso. Ahí está su vida, su rutina, su “algo mejor”. Todo ahí, en trabajar o morir. En ese contexto, lejos de las escuelas y los múltiples métodos de estimulación para el desarrollo de los niños que conocemos y avanzan con las nuevas tecnologías, ¿cómo afecta el hecho de “nacer grande”?
Además, Briceño Ayala manifiesta que “el niño es el gestor de su propio desarrollo y son muy importantes su autoestima el desarrollo de su creatividad, y su felicidad. Los niños y niñas trabajadoras con frecuencia trabajan en actividades que son explotadoras, peligrosas y degradantes. Muy a menudo son maltratados, abusados y abandonados por sus patrones.
Estos niños están especialmente propensos a sufrir alteraciones psicosociales”. Estas alteraciones traen como consecuencia depresión, ansiedad, trastornos respiratorios y enfermedades cardiovasculares, entre otras.
Para entenderlo un poco mejor, en nuestro aquí y ahora: un niño que sufre alteraciones psicosociales desde temprana edad, en este país, tiende a caer en hábitos como fumar o consumir drogas. Pero en el Congo, ni siquiera nuestra peor opción llega a ser una posibilidad.
No obstante, hay momentos de plena felicidad en los rostros de estos niños. Quien se encarga de organizarlos, es Abana. Todas las noches ella, su voz y su natural sensibilidad materna, se ocupan de dormir a los chicos. Esperan ansiosos la llegada de la noche, porque les divierte oírla cantar. Juntos bailan y ríen antes de acostarse en la tierra que no siempre está seca.
Jennifer Melisa Tomé-
Consigna: A partir del corto "Congo, la etera guerra" realizar una nota periodística
Materia: Geopolítica
Profesor: Ezequiel Pérez