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Para mi padre

Después de todo y de tanto, me parece que tengo que enseñarte algunas cosas: 


Quizás nunca haya mañana,

por eso tenemos que hacer todo lo que queramos hoy. 
Tal vez existan gastos banales,

pero lamentablemente todo tiene precio,

incluso a veces ser feliz. 
Puede que mañana exista algo mejor,

pero también puede que no haya más nada. 

 

Está bien trabajar, esta mal no reírse.

Es bueno debatir, no querer ganar.

Crecer no es dejar de soportar y jugar no es dejar de ser adulto. 

 

Ponerse en el lugar del otro es más fácil de lo que parece, lo que cuesta es querer hacerlo. 
Las cosas nunca van a ser como queremos que sean, pero no es razón para no intentarlo.

A veces, cuando se desea muy fuerte, sucede. 

 

Reíte más, pensá menos.

Queré más, discutí menos.

Bailá más, aburrite menos.

Creé más, cuestioná menos.

 

Pero sobre todo: viví más y preocupate menos.

Nadie va a derrumbarse,

no es necesario que estés todo el día pensando

en posibles soluciones a problemas que

quizás nunca llegan.

 

Y si así fuera, si llegaran,

para eso somos cuatro,

para bancarnos y repartirnos el peso. 

Siempre, todos los días,

aunque no lo creas,

hay un motivo para celebrar algo.

Si esperamos a que todo esté resuelto,

a que todo esté bien,

vamos a morirnos sin festejar nada.

 

 

Jennifer Melisa Tomé -

9 de mayo de 2013

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