


"No me da igual que te sea indiferente"
Jennifer Melisa Tomé

Soy
No recuerdo bien como llegué a ese lugar que adopté como casa, pero sí el día en que salí.
Esta es mi historia, la de un águila (porque eso soy) que se crio siendo gallina (porque eso era).
“¿Por qué me veo diferente si me siento igual que ellas? Esta es mi casa, mi lugar y hasta puedo decir que somos una familia. ¡Esta es mi vida y no me falta nada!”, me repetía a diario, hasta que con los años ese planteo desapareció.
Todo comenzó un día -que parecía que iba a ser uno de los típicos para todos en el gallinero- cuando escuchamos discutir a nuestro dueño con un hombre. “Es un águila” gritaba el señor. Inmediatamente todos ahí nos empezamos a preguntar qué era un águila, pero nadie sabía.
Unos minutos más tarde, el hombre me tomó del cuello y me hizo parar sobre su mano y, cuando ya me tenía allí, me dijo “ahí es donde perteneces”, mientras señalaba un lugar desconocido. El miedo, hizo que de un salto volviera a mi casa, en donde me sentía seguro.
Esa noche no dormí bien, tenía miedo y dos preguntas dando vueltas en mi cabeza: “¿Qué soy?, ¿Quién soy?”. Escuche a Marta decir que era diferente. ¡DIFERENTE! “¿Qué es ser diferente? ¿Por qué me tocó a mí ser diferente?” Y entre tantas preguntas, me dormí.
Al otro día el hombre volvió. Una vez más, me sacó de casa y me mostró ese lugar (que debo admitir, era maravilloso). ”Ahí es donde perteneces” repitió. Pero al bajar la mirada encontré nuevamente a mi humilde hogar. “No quiero ser diferente” pensé y volví. Al bajar, por alguna razón todos se alejaron de mí. Quizás si era diferente, pero… ¿por qué se alejaban? ¿Tan malo era no ser igual a ellas?
A diferencia de la noche anterior, la siguiente me quedé pensando en ese lugar. Quería ir, NECESITABA IR. Porque quizás, yo era un águila. Marta a los gritos decía “¿Por qué a él?” y por primera vez pude enfrentarla y le dije casi con indignación “¿por qué a mí no?”. Mirándome enojada me contestó: “Porque YO me esforcé por ser diferente. Y vos… ¡VOS! sin hacer nada te ganás lo que busqué toda mi vida”. No supe qué decirle, bajé la mirada y me acosté pensando en por qué era tan importante para ella ser “diferente”, hasta que me dormí.
A la tarde siguiente el hombre volvió a hacer lo mismo. Pero esta vez, no quise mirar hacia abajo. Fue sólo el lugar y mi necesidad de conocerlo. Una fuerza ajena a mí, abrió mis alas y cuando quise mirar abajo, ya no había más que arboles.
“SOY DIFERENTE” pensé. “SOY UN AGUILA” me dije. Y volé, volé lo más alto que pude. Fui libre como nunca antes había sido y entendí a Marta. ¡Ella quería ser libre! Pero no podía, porque era una gallina.
Jennifer Melisa Tomé
5 de mayo de 2011